Malvi Cervati

Importación y exportación en todo el mundo desde 1965

50° anniversario Malvi Cervati

Un Viaje con Ajo

El descubrimiento de la planta de la Salud

Proveniente de Asia central y/o de India (únicos lugares donde crece espontáneo), el ajo tiene una historia que se pierde en la memoria del tiempo. La planta pertenece, según tradición, a la familia de las Lilaceae, a pesar de que algunas reclasificaciones la atribuyan a las Amarillidacee. Su fruto está compuesto por muchos dientes uno al lado del otro, reunidos en un único bulbo. La característica que talvéz lo distingua más es el olor fuerte derivado de la presencia de varios compuestros orgánicos de azufre, que no tiene que desanimar porque el Ajo es una exquisitez usada ya en la antigüedad como alimento y como planta oficinal también.

 

Antiguo Egipto (3200 a.C. – 343 a.C. aprox.)

En el Antiguo Egipto, según lo escrito por Erodoto, este bulbo era una de las componentes principales de la dieta de los esclavos e de quienes, para mantenerse, tenían un trabajo pesado, acerca de las propriedades medicinales, hay claras referencias con respecto a su propriedad de curación en un codigo: el Codex Ebeers. Este codigo, 1550 a.C. relata consejos a medida sobre el uso del Ajo como remedio oficial contra problemas de circulación, dolor de cabeza, picaduras de insectos y parasitas.

Una interesante curiosidad: en la tumba del Faraón Tutankhamen fueron encontradas algunas cabezas de ajo perfectamente conservadas, eso para demostrar lo tanto que era considerado necesario para la vida cotidiana.

Textos Biblicos

Otra atestación importante sobre el Ajo viene de la Biblia, más precisamente en el pasaje que cuenta el Éxodo de los Judíos y su fuga de Egipto. Por otro lado una señalización a este precioso “fruto” está contenida en el Talmud, texto sagrado para los Judíos, que acentua su importancia para la salud y la prevención ante enfermedades además de dar una visión más “romantica”. El Ajo, efectivamente, era considerado por los Judíos una grande fuente afrodisíaca, casi un promotor de la sintonía matrimonial y de la procreación.

Antigua Grecia (1000 a.C. – 326 a.C. aprox.)

Las metas notables que fueron logradas por la medicina egipcia, limpiados de las componentes esotéricas, fueron muy usadas en Grecia de Ippocrates de Kos (460-377 a.C.). El Padre de la medicina, de hecho, fundió sus teorias en la observación y llegó a la conclusión de que el Ajo habría podido ser sido usado como importante ayuda para problemas a los pulmones, dolores abdominales y otros usos. La tradición y la experiencia popular fueron, de nuevo, ampliamente confirmadas. Los preciados dientes se solían suministrar a los atletas también para mejorar sus rendimientos en las corridas, así como a los militares se les servía el Ajo como regla para aumentar su coraje y su resistencia en la batalla.

Antigua Roma (8 a.C. – 476 d.C. Aprox.)

Una situación parecida se puede encontrar también en Roma del I siglo d.C. en que tanto a los soldados, como a los marineros romano se les suministraba regularmente el ajo como vermífugo y para evitar el contagio de peligrosas enfermedades. En aquellos tiempos la medicina fue importada a Roma por los Griegos, solo hay que pensar en Dioscoride que asistió a los soldados por Nerón. El Griego escribía, en un pasaje de su imponente ópera de cinco volumenes, que la función importante del Ajo era la de “limpiar las artérias”. Los estudios del cuerpo humano aún no habían avazado tanto para reconocer el sistéma cardiovascular pero esta intuición fue estraordinária. Plínio el Viejo mismo, en la ambiciosa ópera Historia Naturalis examina de forma profunda los usos medicinales del Ajo. Entre las propiedades más notables encontramos otra vez la protección contra toxinas o infecciones.

China Antigua y Japón

El empleo de Ajo desde el punto de vista médico en Asia tiene origines antiguas. Se estima, de hecho, que su uso en la dieta diaria empezó en 2000 a.C. talvéz antes. Su aroma y sus propriedades se solían usar para conservar comida, en particular modo la carne. La cosa más singular es que el Ajo, en esas culturas, se les administraba también para remediar a la tristeza o la depresión y, combinado con otras yerbas, podía suplir de tónico esencial para acelerar la convaleciencia. El pueblo asiático también, había experimentado los beneficios de esta planta execpional y estudios recientes hechos en la provincia de Shandong en China han indicado una fuerte disminuición del riesgo de cancer al estómago en los habitantes que por costumbre suelen gastar ajo.

India Antigua

El Ajo en India siempre ha estado relacionado con la medicina desde el primer descubrimiento escrito. El texto médico más importante, que se ha mantenido en el tiempo, es el Charaka-Samhita y en él ha sido ilustrado claramente cuanto el ajo es fundamental para las terápias por problemas de corazón y de artritis. También en el manuscrito Bower (el nombre viene de su descubridor – 300 a.C. aprox.) encontramos de nuevo su eficacia contra el cansancio, los parasitos y problemas digetivos.

Renacimiento

A pesar de ser un alimento muy amado por los trabajadores y por las clases sociales más pobres, es justamente en esta época che el Ajo deja de ser confinado en algunos grupos sociales o en la medicina y entra en las mesas (y no solo) de las cortes de Europa Continental. La tradición dice que, entre XVI y principio de XVII siglo, el futuro Rey Enrique IV de Francia había sido bautizado en agua contenente ajo, para que quedara protegido de los espiritus malignos y, más probablemente, de las enfermedades.

El Ajo fue usado y apreciado también en América, los nativos reconocieron las extraordinarias potencialidades de esta planta y de su efecto positivo para la salud. Para obtener un relato científico, sin embrago, deberíamos esperar hasta el siglo pasado. En el 1858, de hecho, Pasteur consigue individuar y dar una definición cierta de las calidades antibióticas del ajo. En la óptica de este descubrimiento Albert Schweitzer en Africa lo usa como único remedio contra la disentería y, luego, irá extendiendo su empleo tambiém contra tifus, difteria, tuberculosis y hasta cólera.

En fin, esta maravillosa planta es una preciada aliada del hombre y gracias a sus principios activos debería ser traída a la mesa cada día. No solo por el toque delicioso que consigue aportar en cada plato sino también para nuestra salud y, porque no, el buen humor.